Gente Corriente

Estación de Renfe en Plaza Cataluña. 16.55 (aproximadamente). Mientras miro el interior de la edición especial de La novia cadáver, matando el tiempo hasta que llegue mi tren, llega un tío que lleva una bolsa de plástico en la mano, pero alejada algo así como un metro de su cuerpo, como si llevara un gato muerto o algo aún peor, y se sienta a mi lado en el banco. Más exactamente, se me sienta (casi) encima.

- Gxafgewfhgwexaaaaaaa ... Mataró?

Deduzco que me pregunta si ha pasado el tren para Mataró (soy un punto de información andante, ¿sabeis?).

- No, aún no ha pasado, no sé ...

- Ya, si pasa a menos diez.

Pues para qué preguntas majo. Mi madre lo corrige, mirando en la pantalla:

- Pasa a las 16.58.

El Tío Raro se levanta y le dice a mi madre:

- Sí, vamos, a las cincomenosdosminutos ...

... y se para justo delante de la chica que hay al lado de mi madre. Camina hacia la vía, mira dentro de la bolsa, y se vuelve a parar delante de la chica. Justo delante de ella. La mira un poco (la chica lleva uno de estos cigarros de mentira en la boca) y le suelta, en plan visionario:

- No puedes dejar de fumar, ¿no?

La chica no responde. Me da por pensar que lo mismo son amigos. Y el Tío Raro sigue:

- Pues tienes que intentarlo, que aquí dentro ya no se puede fumar.

Se da la vuelta otra vez. Pero insiste y vuelve hacia la ChicaQueNoPuedeDejarDeFumar:

- Tu cara me suena mucho mucho mucho mucho ...

La fumadora lo envía a tomar viento de manera educada, con lo cual se confirma mi teoría de que no son amigos, y de que los que te hablan así en el tren o son de pueblo o gilipollas, al tiempo que anuncian el tren de Mataró y el Tío Raro se queja:

- Uuuuffff ... ¡por fin!

Claro que sí, campeón, ¡por fin!: llevas como muchísimo 4 minutos esperando. Aunque no me extraña que se le hicieran eternos, en las estaciones de tren hay cada gente más rara...