Vose y el probador número 7

El papel higiénico de este sitio es de color rojo. Rojo. ¿Rojo? Mmmm, creo que me largo de aquí.

Unas escaleras, qué casualidad, me conducen a cierto bar. Al fondo, en una esquina, vuelvo a encontrarme a Vose, con el pelo raro y gafas para no ver, y parece alterado. Muy alterado. Básicamente, llora a lágrima viva.

Alguien le ha echado en cara que esté actuando de intruso en mi sueño (sí, vaya, esto era un sueño al fin y al cabo), y que me está despistando. Me acerco, y él sigue llorando con el pelo raro y las gafas para no ver, y yo se las quito, y le doy un beso en el ojo izquierdo y otro en la sien, y se seca las lágrimas y me mira con ojos líquidos.

Probadores de H&M. Nos vamos por un pasillo de probadores de H&M, ¿qué narices es esto? Contra todo pronóstico, no me extraño de nada y paso por delante de ellos buscando el mío, el número 7. Hace un rato que perdí a Vose: se metió en una puerta por la que salía Kate Moss.

Número 7. Entro y cierro la puerta, con pestillo. Me doy la vuelta y ahí está Vose, con el pelo raro y las gafas para no ver sentado en un taburete. Y ya me acuerdo.

- Ya me acuerdo. Tú no te acuerdas, pero yo sí, porque yo he soñado contigo antes, sólo que no tenías nombre, y yo tenía como cinco años menos, y tú tenías el pelo más largo y menos raro y no llevabas gafas, y estabas encerrado en una jaula en mi clase de plástica y me diste un beso en la sien, como yo a tí antes.

Perplejidad.

- ¿Para qué has vuelto?

- Para que te acuerdes por la mañana.