Peel the onion

Escoges una cebolla entre las muchas que hay en el segundo cajón del frutero. Justo ayer habías sido tú quien las había colocado en su sitio, las habías pesado y habías hecho un nudo en la bolsa, en el trabajo.

Y escoges la cebolla que salva el dia.

Primero te deshaces de los extremos, que te molestan. Un corte, más o menos profundo, en la capa superficial. Deslizas los dedos para despojar a la cebolla de esta capa protectora y, a continuación, la partes por la mitad.

Ahora su centro está al descubierto, y empiezan a escocerte los ojos, y de ellos resbalan unos lagrimones gigantes mientras tu preguntas ¿La quieres en láminas?. Y se te enrojace la nariz y lloras a lágrima viva mientras descuartizas la cebolla.

Una cebolla muerta para crear un condimento y que te despierta la mente. Lágrimas de mentira que desahogan de verdad y que dejan troceada y al descubierto una cebolla - con todas sus capas - que es una metáfora perfecta.

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Soy una cebolla