Buen día para las gargantas ácidas

Fuera hace buen día.

Olor a humo de tabaco en la camiseta, pero nada más. Nada, sólo que me duele el cielo de la boca de pensar que mañana seguirá haciendo buen día y mi camiseta seguirá oliendo a tabaco, lo mismo que ayer y que la semana que viene y que hace tres años. Lo mismo que todos los domingos en que hace buen día y no pasa nada, nunca pasa nada, sólo un dolor ácido en la garganta, pero nada, no pasa nada porque fuera hace buen día.

¿Y si pasara algo? Algo, no sé, podría pasar algo, que me llamen imbécil y que por eso se me deshacen las cuerdas vocales y que solo hablo de verdad por correo electrónico. Eso, algo, que me llegue un correo electrónico llamándome mentirosa de voz e idiota mental, que se escribe con una ene, y así poder contestar y entretenerme y olvidarme del olor del tabaco.

Pero nada, no pasa nada porque la bandeja está vacía y los apuntes siguen estando encima de la cama, y fuera aún hace buen día, y mi garganta cáustica se queda aquí, de momento, disfrutando del buen día que entra por mi ventana llena de barro y medio abierta.